miércoles, 1 de febrero de 2012

Entretenimiento… ¿a costa de qué?


Entretenimiento… ¿a costa de qué?
Por León Felipe Bojalil
Foto por google.com.mx

El pasado jueves 19 de enero, fue clausurado el sitio Megaupload, internacionalmente famoso por sus contenidos gratuitos de música y películas en internet. El fundador, Kim Schmitz (quien cambió de manera legal su nombre a Kim Dotcom) fue arrestado el mismo día, en su mansión “Dotcom” en Auckland, Nueva Zelanda.
Fue el Gobierno de Estados Unidos quien ordenó, bajo el cargo de piratería masiva, la captura del ex-hacker, así como el cierre de la página anteriormente mencionada. Se estima, que Megaupload es responsable de la pérdida de alrededor de 500 millones de dólares y que obtuvo ganancias cercanas a los 175 mdd.
No hay duda de que las múltiples páginas de internet que ofrecen contenidos gratuitos en línea, funcionan de manera ilegal y, por ende, la riqueza monetaria de Schmitz también lo es.
Todas las películas, series de televisión, canciones, y demás productos de entretenimiento están protegidas con derechos de autor, que buscan proteger a quienes crearon dicho producto. Por ejemplo, si alguien quiere hacer uso de una película, ya sea verla, descargarla, distribuirla, etc., es necesario que pague derechos de autor. De la misma manera que es necesario pagarle a un abogado cuando éste presta un servicio.
Sin embargo, ¿tienen todas las personas en el mundo el poder adquisitivo para poder comprar una serie de televisión, película, disco, etc.? Lamentablemente, la respuesta es no. En el caso específico de México, comprar una  temporada de una serie de tv cuesta alrededor de 600 pesos. Eso es prácticamente 10 días del salario mínimo mexicano.
Por otra parte, rentarlas tampoco es un opción, puesto que te las prestan por un periodo corto de tiempo, teniendo que pagar una cantidad de dinero relativamente alta. Entonces, al cerrar las páginas como Megaupload o Cuevana, estarían limitando el sector de la población con acceso a estos contenidos.
 ¿Deberían las grandes compañías cinematográficas bajar radicalmente sus precios para que fueran accesibles para todos? ¿Podrían los gobiernos subsidiar las películas? Opciones hay muchas, pero negarle el entretenimiento a personas menos privilegiadas, quienes pueden gozar de esto en cafés internet, no es una de ellas.


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