viernes, 10 de febrero de 2012

Ya habrá tiempo para dormir cuando te mueras


Ya habrá tiempo para dormir cuando te mueras
Por León Felipe Bojalil
Foto por circulaseguro.com

Muchas personas subestiman las horas de sueño, las miran como una pérdida de tiempo. Es por eso que deciden dormir menos de lo que se recomienda y emplean esas horas en cosas “más productivas”.

El gran problema es que la gente no ve el impacto de estos actos. Dormir es una necesidad tanto psicológica como biológica. El sistema nervioso necesita recuperar la  energía gastada a lo largo del día y eso lo consigue mientras dormimos.

Cuando no se duerme lo suficiente, el cuerpo no puede desempeñar sus funciones al máximo, lo que ocasiona un menor rendimiento de la persona. Por ende, ésta tiene que dormir menos para poder terminar sus labores, que, por falta de rendimiento, no logró terminar. ¡Es un círculo vicioso!

Desde hace tiempo, las horas de sueño recomendadas son ocho, acompañadas de ocho horas de trabajo y ocho horas dedicadas a lo que uno le plazca. Hoy en día, pocas personas siguen esta agradable fórmula.

Especialistas aseguran que pueden existir variaciones dentro de las horas asignadas para cada actividad sin que uno sufra consecuencias. Mientras que los niños necesitan alrededor de 10 horas para descansar, los jóvenes y adultos necesitan ocho, y la gente mayor cerca de 6.

No obstante, no es tan importante cuántas horas se duerme, sino cómo se duermen. Quien logre dormir bien y en verdad descansar, se sentirá bien todo el día; por el contrario, quien no duerma bien (aunque lo haga por muchas horas) tendrá consecuencias notorias al día siguiente. 

La falta de sueño trae consigo fácil irritabilidad, falta de concentración y de capacidad de análisis, cansancio durante todo el día, y puede generar trastornos emocionales como  depresión, al igual que tensión o estrés. Además, al estar cansado, uno es más propenso a cometer cualquier tipo de errores y a tener un accidente (por ejemplo, automovilístico).

Dormir poco no es recomendable, pero dormir mucho tampoco lo es. Es ideal encontrar un balance entre las horas que asignamos para descansar y las horas dedicadas a otras actividades. 


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